Feria del libro de Madrid 2013


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Caseta 102. Librería LaMalatesta

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Antonio Loredo: Mis palabras son mi vida


La vitalidad del autor es excepcional (si bien murió joven 1879-1916) y sus análisis críticos son en gran parte pertinentes porque está atento a los argumentos ajenos. El trabajo del compilador Francisco Madrid es excelente y es deseable que aparezcan otros escritos de Antonio Loredo en la prensa argentina y uruguaya.

Hay, por cierto, partes de los escritos que no responden a nuestra actualidad como la exaltación constante de la revolución social vista como inminente, dado que la época de las revoluciones políticas pasó a la historia (p. 36, ver p. 39, pocos días antes de su defunción, en marzo de 1916). De hecho, sucedieron no pocos episodios revolucionarios libertarios a los pocos años en Alemania, Italia y Rusia.

Desde Argentina, su país de formación militante, Loredo comunica experiencias en la prensa peninsular. Y sí que suena a verdad de 2013, su afirmación de 1910: En el concierto de la civilización la República Argentina es un sarcasmo; En el concierto de la civilización la República Argentina es una infamia; En el concierto de la civilización la República Argentina es un baldón (p. 42). Para Uruguay, Loredo tiene una formula tajante un país democrático, regido por un gran hombre a quien los mediocres llaman socialista, anarquista […hasta] embotar en estúpida confianza las energías propagandísticas y revolucionarias de los anarquistas uruguayos (p. 45).

El mismo delirio surgió en la URSS en compañeros anarquistas para con los bolcheviques. Y, más grave todavía, durante la guerra civil, la demencia brotó de nuevo en integrantes de la cúpula de la CNT-FAI que trataron a Largo Caballero, Companys, incluso a representantes de la URSS y sus servidores del PC, como si fueran honrados y no traidores profesionales de lxs trabajadorxs.

De pasada, desgraciadamente, sin profundizar, Loredo da esta cita de Fourier: En tesis general, los problemas sociales, las transformaciones y los cambios de los periodos históricos se operan en razón del progreso que alcanza la mujer hacia la libertad, y la decadencia del orden social se efectúa debido a las restricciones de la libertad de la mujer (1) (p. 54). Por su propio razonamiento, observa Loredo cómo las doctrinas de la Ilustración del siglo XVIII no llegaron a los humildes sino hasta que el pueblo en los campos y las villas se levantara impulsado más que por la obra de los pensadores por la miseria y la esclavitud que padecían (p. 55). Y luego vamos a ver que no lo tiene en cuenta.

Loredo ve también que los indios de Sudamérica son proclives a las ideas anarquistas, pero no va más lejos (p. 63). No obstante, el autor es muy consciente de la importancia del Partido Liberal Mexicano ya a mediados de 1911. Un enfoque muy poco corriente en la época.

La crítica de la democracia en España en 1914 recuerda la de hoy por hoy (pp. 113-114).

Un error de bulto, aún actual, es asimilar el sindicalismo revolucionario –francés- a una tendencia libertaria (pp. 96-97, 100, etc.). En sí, tanto las palabras como las tácticas fueron compartidas por muchos anarquistas insertados en los medios operarios hasta que a mediados del decenio de 1920-1930 se usaron las palabras anarcosindicalista/anarcosindicalismo. En cambio, en la CGT francesa, fue del todo distinto
por tres factores. El primero es que los sindicalistas revolucionarios eran anarquistas que rechazaban el anti obrerismo de sus correligionarios y marxistas que se oponían a la tutela de su partido político. El segundo es que aconsejaban la acción directa, pero alentaban una dirección de arriba abajo(2). Y el último era que los sindicalistas revolucionarios apuntaban a copar la cúpula de la CGT, sin tener en cuenta a los sindicatos que les apoyaban. Entre 1906 y 1908, las tendencias reformistas y socialistas apartaron definitivamente de la dirección de CGT a los sindicalistas revolucionarios.

Dejando de lado esa desinformación, Antonio Loredo es partidario de la intervención en los sindicatos. Por eso, es característica su opinión negativa sobre el congreso de Solidaridad en 1909 en Barcelona y luego sobre la creación de CNT en 1910, aduciendo en ambos casos la superioridad del sindicalismo revolucionario. 

Y Loredo expone con franqueza su crítica a Anselmo Lorenzo sobre los oprimidos que ansían la libertad y a la visión de Kropotkin en La conquista del Pan de que el pueblo sabrá organizar la sociedad (p. 161). Pues no podemos contar demasiado con los llamados voluntarios y los ciudadanos y ciudadanas de buena voluntad (p. 162). De pasada, recuerdo que Pouget en 1904 confiaba en la tutela moral de los “conscientes”. Un concepto “bestial” puesto que Bakunin expresó no pocas veces el horror profundo contra todo lo que se llama dominación y dominadores, tutela y tutores (3). Malatesta siempre vaciló entre la espontaneísmo popular y la insurrección. Incluso algunos plataformistas sudamericanos están en la misma dirección.

Sin embargo, tanto en el pasado como hace pocos años, los oprimidos de Túnez y Egipto, la gente del 15M y antes en la Comuna de París, en Rusia en 1905-1906 y en 1917, no fueron a buscar tutores en la AIT de Marx, los grupos anarquistas rusos o la CNT-AIT.

La confianza en las capacidades solidarias y constructivas de los ciudadanos es una clave histórica del anarquismo. Sin ella, no existe emancipación. Bakunin (4) y Kropotkin recalcaron cómo en periodo de crisis Es entonces cuando los indiferentes de hoy se convertirán en convencidos seguidores de la idea nueva (5).
Rosa Luxemburgo, marxista y anti-anarquista hasta la médula, reconoció también la capacidad creadora de los soviets: La concepción rígida, mecánico-burocrática, sólo puede concebir la lucha como producto de una organización que cuenta con cierto nivel de fuerza. Por el contrario, para la explicación viva, dialéctica, la organización surge como resultado de la lucha. […] En el caso del obrero alemán esclarecido la conciencia de clase creada por la socialdemocracia es teórica y latente: en la etapa dominada por el parlamentarismo burgués no puede, en general, participar activamente en una movilización de masas; es la suma ideal de las cuatrocientas acciones paralelas de las circunscripciones durante la lucha electoral, de muchas huelgas económicas parciales, etcétera. En la revolución, cuando las masas irrumpen en el campo de batalla político, esta conciencia de clase se vuelve práctica y activa. Por ello, un año de revolución le ha dado al proletariado ruso el “entrenamiento” que treinta años de lucha parlamentaria y sindical no le pudieron dar al proletariado alemán (6).

Antonio Loredo fue un espíritu caustico, apasionado, desbordante de cultura. “El culto a los muertos”, a propósito del fusilamiento de Francisco Ferrer Guardia, fue criticado acertadamente por un lector de Loredo. Y su silencio enseña que aprobó la respuesta. Su evocación de la muerte de Pietro Gori y la del propio Loredo por Rodolfo González Pacheco muestran dos figuras enteramente diferentes pero unidas por el don de la palabra libertaria persuasiva.

Frank Mintz,  26.04.2013.


Mis palabras son mi vida.
Antonio Loredo
LaMalatesta Editorial. Madrid 2013
190 págs. Rústica il. 20x13 cm
ISBN 9788494039416
http://www.lamalatesta.net/product_info.php/products_id/4909

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(1). Fourier Charles Théorie des quatre mouvements, 1808, p. 244 (http://inventin.lautre.net/livres/Fourier-Theorie-des-4-mouvements.pdf).

(2). Por consiguiente, cada vez que se constituye una agrupación en la que se encuentran en contacto
hombres conscientes, no deben tener en cuenta la apatía de la masa. Ya es muy lamentable que los
inconscientes se nieguen a usar sus derechos, para además reconocerles el extraño privilegio de
frenar la proclamación y la realización del Derecho de los conscientes.[…] Los no-sindicados, los
inconscientes, no tienen por lo tanto que ofuscarse de esta suerte de tutela moral que los
“conscientes” se arrogan. Los militantes no eliminan ninguna buena voluntad y, quienes pudiesen
sufrir por ser vistos como parte deleznable sólo deben escapar a esta inferioridad saliendo del
aislamiento, sacudiendo la inercia, yendo al Sindicato. Émile Pouget Les bases du syndicalisme, 1904.
(3). Carta de Bakunin a Anselmo Lorenzo, 10 de mayo de 1872 (http://www.fondationbesnard.org/article.php3?id_article=794).
(4). […] la mayoría de los miembros de la Comuna [de París] no eran socialistas propiamente, y si se mostraron tales, es que fueron irresistiblemente arrastrados por la fuerza irresistible de las cosas, La Comuna de París y la noción del Estado (traducción retocada de Abad de Santillán, Bakunin Obras
Completas, tomo 2, Madrid, p. 168.
(5). Kropotkine, Pierre. Paroles d’un révolté, París, 1978, p. 83.
(6). Luxemburgo, Rosa. Huelga de masas, partido y sindicatos, 1905, PDF, pp. 45, 48.

vie17 mayo 2013. Fermín Salvochea. Crónica de un revolucionario


de Pedro Vallina.

Presentación del libro con José Luis Gutiérrez Molina, el editor.

Junto con los escritos de Pedro Vallina Martínez hemos incluído también en esta edición el conocido, aunque hasta ahora de difícil consulta, folleto de Rudolf Rocker, que traza una inolvidable semblanza del protagonista de este libro: Fermín Salvochea. Los textos de Vallina y Rocker son dos de los más importantes sobre la vida y obra del alcalde republicano federal y anarquista gaditano. De circulación restringida en la actualidad proporcionan interesantes informaciones, no sólo sobre su vida, sino también sobre el contexto sociopolítico y otras personalidades del momento.

en LaMalatesta, c/Jesús y María, 24 de Madrid

Fermín Salvochea Álvarez (Cádiz, 1842-1907) es uno de los ejemplos más redondos de las relaciones entre el mundo republicano federal y el anarquista de las últimas décadas del siglo XIX y la primera del XX. Participó en la revolución de 1868, se destacó en la defensa de sus conquistas, encabezó la revuelta federal en 1869 y sufrió por ello exilio y prisión. Impulsor del cantón gaditano en el verano de 1873 pasó un largo periodo en prisión, de la que saldría ya convertido en anarquista. Desde entonces y hasta su muerte, e incluso -como demuestra la edición de este libro- más allá de esta, su figura traspasó la línea de la historia para entrar en la del mito.

La impecable introducción del historiador José Luis Gutiérrez Molina ofrece al lector unas semblanzas de los autores y el protagonista, que permiten al lector tener un conocimiento más amplio de sus personalidades, al tiempo que sitúa el proceso de elaboración y edición de ambos textos.

Editorial Renacimiento, Sevilla 2013
380 págs. Rústica 21x15 cm.
ISBN 9788484727378
http://www.lamalatesta.net/product_info.php/products_id/4875

vie10 mayo 2013, 19:30h. Diseño sin Diseño. 50 objetos anarquistas



  • Presentación del libro. Koldo Artieda & Rafael Zarza. Iidea, textos y selección de objetos e imágenes
    Colaboraciones: Raj Kuter & Antonio Pérez & Marc Viaplana

    Coordina: CO.T.A.LI (Colectivo de Trabajadorxs Anónimxs del Libro)
    Coeditan: F.A.L. (Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo)
    / V. P. (Vacaciones en Polonia)

    en LaMalatesta. c/Jesús y María, 24 de Madrid.

    El aspecto de la época, el ambiente de los acontecimientos, son también condiciones
    indispensables de la construcción de la historia y los objetos cotidianos son en definitiva
    el último eslabón de su interpretación, una parte a la que la historiografía más académica
    renuncia con frecuencia. Además de tratar algunos aspectos de la relaciones estéticas del
    anarquismo, el intento imposible de devolver a estos objetos su función, contextualizándolos dentro de los acontecimientos de una revolución colectiva en marcha, sería una de las inmodestas finalidades de este libro. A través de un riguroso rastreo, acompañado de 65 grandes imágenes a color y 65 en blanco y negro, que desvela conexiones im-previsibles y arroja certeras conclusiones, DSD rinde homenaje a la producción social y colectiva del arte —y el desarrollo de los oficios— como una herramienta al servicio de aquella revolución sin parangón que avivó la frase de Karl Einstein “Las masas son el artista”.

AUDIO: Que lo sepan ellos y no lo olvidemos nosotros. El inverosímil verano del 36 en Cataluña


Charla-presentación con el compañero Julian Vadillo, historiador y Miquel Izard, autor del libro.

Que fué el viernes 11 de enero de 2013, en LaMalatesta, librería libertaria. C/Jesús y María, 24 de Madrid. http://www.lamalatesta.net

Aquel inverosímil verano del 36 no por esperado resultó menos sorprendente para toda la sociedad catalana y para los que desde fuera de Cataluña pudieron seguir de cerca unos acontecimientos que se desencadenaron de manera trepidante.

El golpe de Estado del general Franco hacía tiempo que se incubaba. De eso eran conscientes tanto los que de una u otra manera simpatizaban o colaboraron con el mismo, como el movimiento obrero que, organizado principalmente en la CNT, salió a la calle no para defender las conquistas sociales que la República no le quiso dar, sino para avanzar hacia una sociedad sin clases y sin desigualdades sociales tras conseguir la derrota del fascismo.

La rabia inicial se transformó en furia creadora y, de la noche a la mañana, las convenciones sociales, las formas de producción, las estructuras de decisión y la vida cotidiana anterior saltaron por los aires, y Cataluña entera se puso manos a la obra para construir una sociedad sobre las bases de la libertad y la justicia social para todos y todas.

Al contrario de lo que se puede leer en tanta historiografía oficial, no fue Barcelona y no fueron los «murcianos» los únicos protagonistas de la revolución social, fue el conjunto de obreros y campesinos de toda Cataluña los que salieron a la calle y tomaron el futuro en sus manos.

La obra colectivizadora en las fábricas y el campo, la expropiación de locales de la burguesía y de la Iglesia para escuelas, comedores y hospitales —además de para locales de sindicatos, partidos y asociaciones—, la creación de comités municipales y de defensa se extendió por toda Cataluña, de manera espontánea, sobrepasando muchas veces a las propias organizaciones obreras y borrando de un plumazo las relaciones de poder anteriores.

También la represión sobre fascistas, algunos elementos de la burguesía o sus colaboradores y sobre el clero se dejó sentir en todo el país, pero ni ésta fue tan ciega, ni tan numerosa, ni fue obra sólo de incontrolados o de miembros de la CNT. Y, sobre todo, no fue Barcelona donde hubo proporcionalmente más muertos, sino en algunas zonas rurales donde el caciquismo y la Iglesia habían jugado un papel especialmente represivo, como nos demuestra Miquel Izard en su abrumador trabajo: una radiografía de los seis primeros meses de revolución social en Cataluña, a partir de las noticias de la época y los escritos dejados por sus protagonistas y observadores de todo el espectro político —tanto los partidarios como los críticos—, en aquel lejano y extraordinario verano del 36 que unos se esfuerzan por recordar, mientras otros se empeñan en enterrar.

Virus editorial, Colección Memoria. Barcelona 2012
392 págs. Rústica 21x15 cm
ISBN 9788492559398

http://www.ivoox.com/que-lo-sepan-ellos-no-lo-olvidemos-audios-mp3_rf_2006543_1.html